miércoles, 4 de junio de 2008

Elegía al amigo muerto


Amarillo
Romeo, Félix
Plot (2008)



“Voy a escribir una biografía de un amigo mío, Chusé Izuel, que se suicidó cuando vivíamos en Barcelona hace 10 años… voy a ser un detective que trata de averiguar algo sobre sí mismo a través de otro”. “No quiero hacer una biografía”. “Tu muerte fue una bendición para mí: no habría vuelto a escribir si tú hubieras seguido vivo”.

Admito que quizá no pueda escribir una reseña de este libro, flujo de vida hacia la muerte ya ocurrida. Tan hondo ha sido el impacto sobre mí, hecho de gotas de vida y poesía, de esta novela candentemente gélida sobre la que brota una narrativa pura, destilada, dolorosa y doliente, que parece acompañarme desde su lectura. Así pues, optaré por guiar la reseña con fragmentos de su cuerpo que acompañarán mis palabras quedas.

Félix Romeo traza un triángulo de amigos y abre el texto dedicando la obra a Bizén, el otro compañero. Pocas fotos se conservan de Chuse Izuel (Zaragoza, 1968 – Barcelona, 1992), apenas la que encabeza esta reseña, ya que nunca quiso ser retratado y rompía aquellas imágenes en las que aparecía. El autor, investido por la muerte como un sincero narrador, recuerda la figura de Chusé Izuel sin concesiones: buceando en los documentos, pero usando sus propios recuerdos y sensaciones; dándoles cabida y disposición narrativa tamizados a través de una poética desoladora y amarga.
“Tengo a mis pies el bolsón de plástico en el que guardo tus cosas: tus cartas, la grabadora, tus artículos, los artículos que escribieron sobre ti, tus cuentos, los borradores de la novela que no escribiste, notas, papeles con apuntes que cogí de casa de tu madre.”

Así, hecho de materia viva, se reconstruye un recuerdo capital, la figura y la muerte de un amigo, un colega narrado y narrador, autor de un único libro de relatos (Todo sigue tranquilo, Editorial Libertarias, 1994). La ¡¿Novela?! se convierte así en una suerte de terapia y homenaje triste, desde la imposibilidad de resucitar al ser querido, ni siquiera de comprenderlo. Romeo no oculta sus cartas y como ocasional narrador, rellena esos huecos entre los fragmentos textuales con pureza y desolada densidad narrativa.

“Yo tampoco te conocía y estoy haciendo como el cura: largar un responso y enterrarte. Lavar mi conciencia”.

Lo que quedará siempre es una hermosísima novela híbrida y posmoderna, esa que es capaz de mezclar sabiamente metales de realidad y ficción en una aleación que reinventa el género y lo hace más moderno y atractivo, desmintiendo a los que lo creen muerto.

Fragmento de entrevista de Chusé Izuel a Luis Goytisolo en el que éste último dice:
"Siempre habrá lectores de novela, pero sin embargo creadores no, porque hoy ya nadie escribe epopeyas ni épicas… cada vez más se escribe un refrito de cosas ya escritas."

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