sábado, 31 de mayo de 2008

Autobiografías de lo extraño


El Gran Vidrio
Mario Bellatin
(Anagrama, 2007)


Si preguntamos al lector medio de nuestro país por literatura hispanoamericana, seguramente las primeras referencias que lleguen a nuestros oídos serán «Boom», «Realismo mágico», «Editorial Sudamericana», «Márquez, Fuentes, Vargas Llosa, Cortázar, Carpentier» y así hasta un largo etcétera de lugares más o menos transitados. Pero como no podía ser de otro modo, muchas cosas han cambiado en la narrativa latinoamericana reciente. Para empezar, el horizonte escriturario se ha diversificado, se ha fragmentado, y a los polos de fuerza tradicionales (México, Argentina, Chile, Colombia, Perú, Cuba y Brasil), se le han ido añadiendo nuevas realidades difíciles de clasificar (pensemos, por ejemplo, en la escritura chicana de EEUU). Pero no es aquí donde querría detenerme. Si la imagen colectiva que aún conservamos de «lo hispanoamericano» se enraíza (de manera deforme) en esa suerte de mixtura entre surrealismo, indigenismo y populismo, es porque seguimos anclados en un etnocentrismo ramplón. Ya lo dijo Enrique González Rojo en una entrevista de 1930 (uno de los máximos promotores del grupo poético mexicano “Contemporáneos”): «El europeo no siente curiosidad por nuestras actividades intelectuales y artísticas. Su situación prominente en el desarrollo de la cultura actual lo hace ser, si no despectivo, cuando menos indiferente a manifestaciones que considere reflejo de las suyas. Sólo le llaman la atención nuestra arqueología y… nuestras revoluciones.» Pues bien, la obra del mexicano (aunque criado en Perú) Mario Bellatin impone quitarse esta venda de los ojos. En el Gran Vidrio asistimos al relato de tres autobiografías que nada tienen que ver ni con el realismo mágico, ni con el indigenismo, ni con la denuncia social. Muy al contrario, nos enfrentamos a la torsión de la realidad, al descubrimiento de lo extraño, lo fantasioso, lo puramente fragmentado que hay en la identidad. Da igual México que Irán, da igual un transexual que un maestro sufí, da lo mismo un niño convertido en expositor de genitales que una mujer-hombre transformada en marioneta y escritor cuya danza mecánica trata de evitar el desahucio de la casa. Se trata de ficción. Se trata de recuperar el poder demiúrgico de la palabra y romper, así, la camisa de fuerza de la identidad. Lo resume “ficcionado” también el propio Bellatin: «¿Qué hay de verdad y qué de mentira en cada una de las tres autobiografías? Saberlo carece totalmente de importancia. Hay una cantidad de personajes reales comprometidos. Un antecedente personal que tiene que ver con la estirpe de corte fascista de la que provengo, una secretaria enferma, la imposibilidad de habernos conformado como una familia normal. La necesidad de borrar todas las huellas del pasado, de difuminar lo más que se pueda una identidad determinada, basada principalmente en la negación del tiempo y el espacio que supuestamente debían corresponderme. Cambiar de tradición, de nombre, de historia, de nacionalidad, de religión, son una suerte de constantes. […] Pero no para crear nuevas instituciones a las cuales adscribirme. Sencillamente para dejar que el texto se manifieste en cualquiera de sus posibilidades». Si busca en Bellatin a Vargas Llosa, Fuentes, Márquez o Rulfo se equivoca, topará con Kafka, el Bartleby de Melville ó Pessoa. Narrativa de lo extraño. Obra en el sentido en que Barthes calificaba al “autor” (écrivain) como fundador de discursividad, en contraposición de “escritor” (écrivant) entendido como productor de textos. Espero que les apasione tanto como a mí.

domingo, 25 de mayo de 2008

Confrontación del dolor

Cantos de abajo.
La voz del poeta
Phillipe JACCOTTET.
Ediciones del Círculo de Bellas Artes. 2007.
Prólogo de Juan Barja y traducción de Rafael-José Díaz.

Más que reseña de libro en sí, quiero presentar esta brevísima joya como una invitación a redescubrir esta voz insobornable, aprovechando que vuelve a Madrid a leer el próximo 11 de junio. Cantos de abajo supone la personal selección que hiciera el poeta suizo Philippe Jaccottet de su libro A la luz del invierno durante la lectura de poemas celebrada en el Círculo de Bellas Artes el 6 de mayo de 1998. Diez años después el poeta regresa a nosotros y por ello merece la pena releer su trabajo.

De la mano en este caso de su excelente traductor (el también poeta Rafael-José Díaz), Cantos de abajo constituye una cata deslumbradora en la obra de este autor. Como nos advirtiera Enrique Moreno Castillo en su Dieciocho poetas franceses contemporáneos la poesía de Jaccottet “habla, con un lenguaje humilde y despojado, del desamparo del hombre, de la transitoriedad y de la muerte”. Cantos de abajo no escapa a estos mismos temas y, de manera unas veces sombría («Tengo la cabeza llena de vislumbres, reflejos / en las trampas de un río tenebroso,/ me acuerdo de bocas infatigables en sus bordes—») y otras indagatoria («Escribe rápido este libro, acaba hoy pronto este poema / antes de que te atrape la duda de ti mismo»), nos coloca ante la propia fragilidad del ser humano con lucidez y sin escapismos velados.

La obra de Jaccottet constituye una parada imprescindible en la poesía francesa de la segunda mitad del siglo veinte, junto a otros nombres como Francis Ponge (con quién trabó amistad) o Yves Bonnefoy (por citar sólo dos de los que han sido profusamente traducidos en España). Por todo ello, debemos felicitarnos por la recuperación de este texto y animamos a todos los lectores a reencontrarse con un poeta que, evitando cualquier veleidad preciosista, nos dibuja su personal “confrontación del dolor”. Disfrútenlo.

jueves, 22 de mayo de 2008

Camino de destrucción

La carretera (2007)
MCCARTHY, Cormac

¿Quién es Cormac McCarthy? Aunque unas pocas fotografías nos dan idea de su semblante concentrado, cuidar de su intimidad y rehuir las entrevistas le ha permitido forjarse una biografía casi tan secreta como la de J. D. Salinger (El guardián entre el centeno, 1951) o Thomas Pynchon (El arco iris de la gravedad, 1973). Al menos, el éxito de la película No es país para viejos, de los hermanos Coen, basada en una novela suya, le ha brindado la oportunidad de ganar más lectores.

La carretera (Premio Pulitzer, 2007) tiene vocación de apocalipsis. Desde el punto de vista de la historia, nos presenta un mundo asolado que la catástrofe ha cubierto de una pátina de ceniza permanente; desde el punto de vista del relato, la fragmentariedad del discurso adelgaza el estilo a una prosa seca con intermitentes rescoldos de lirismo.

Un padre y su hijo peregrinan hacia el sur por una carretera que podría llevarlos a la salvación. Sólo el contrapunto de las ciudades calcinadas y los pueblos de donde apenas puede rescatarse nada los aparta de la ruta en busca de alimento. En un cambio de era donde la naturaleza es ajena al sufrimiento y donde la ética es un terreno baldío, la ambigüedad lo penetra todo: la trampilla del sótano de una casa abandonada puede llevar al espanto o a la felicidad como si entre ellos no existiera gradación alguna.

Que nadie espere una novela experimental al uso: aquí importa la intensidad del símbolo, no el alarde técnico. No obstante, más allá del admirable logro de atraparnos en una desolación sin límites, una cierta monotonía descriptiva, sobre todo en el primer tercio de la obra, y un exceso de esquematismo en el retrato de los personajes amenaza la perfección de La carretera.

domingo, 18 de mayo de 2008

Devastación

Chesil Beach. Ian McEwan (Anagrama, 2008)


No soy muy dado a comentar libros basándome en su carga emocional, creo que su apreciación puede ser aún más subjetiva de lo que por si ya resulta el comentar una obra de ficción. Ha pasado un tiempo desde que acabé esta novela de Ian McEwan, autor del que solo había leído anteriormente Amsterdam (de la que guardo un agradable aunque muy difuso recuerdo) y aun no puedo desligar el placer literario que me produjo del amargo y doloroso trueno que provocó en mi interior. Así que mando a paseo los consejos de mantener la cabeza fría y me lanzo sin vergüenza a recomendar esta breve e intensa novela con el ardor de un ingenuo novato.

No obstante he de hacer una aclaración. No suele ser habitual, pero leí Chesil Beach en ingles. De vez en cuando leo en su idioma original algún ensayo pero meterse con una novela es harina de otro costal. No obstante la he releído en su bien trabajada traducción al castellano y no ha variado un ápice mi opinión sobre la misma. Pues bien, todo esto viene al caso de que cuando recibí On Chesil Beach una de las cosas que más me sorprendieron era la frase 'promocional' que aparecía en la cubierta, al parecer extraída del suplemento dominical del diario The Independent. 'Wonderful... Exquisite... Devastating', rezaba la misteriosa línea. Una vez acabada la lectura no puedo estar más de acuerdo con el autor de ese haiku critico, ese slogan minimal.

Protagonizan la obra de McEwan una pareja de recién casados en un día de verano de 1962. Dos jóvenes, juiciosos y maduros, bien educados, que acaban de llegar a un hotel de la costa británica en su noche de bodas. El autor describe con puntilloso detalle cada instante de esa primera intimidad matrimonial desplegando una cualidad casi decimonónica en su análisis de los miedos e inseguridades de la joven pareja. Los capítulos de meticuloso acercamiento carnal se van alternando con miradas al pasado de los protagonistas. En éstos, McEwan va describiendo la inevitabilidad de un destino caprichoso que empareja a dos personas azarosamente y que, por lo tanto, tiene el mismo poder de unir como de separar tan solo ayudándose de un instante afortunado o cruel.

Con un estilo elegante, incisivo, punzante en ocasiones en lo que a las observaciones intimas se refiere, el escritor va construyendo lo que en principio puede parecer una placentera lección de amor y amistad y acaba siendo un drama, no por dilatado, inevitable. Y es que hay un germen anidando en esa relación, un tumor que, desgraciadamente, marcará las horas inmediatas a la boda. La novela parece avanzar hacia un huracán de reprimendas y acaba en un pozo de hermosa desesperanza y bella amargura. En sus páginas finales se plantea una última mirada hacia el futuro de los protagonistas que no hace sino acentuar la sensación que ya nos advertía la frase promocional, devastación. Una devastación íntima, una voladura controlada de los sentimientos. Y sobre la nube levantada por esa milimetrada explosión, surge el polvo, ese polvo enamorado de Quevedo, que parece que se nos meta en los ojos y nos los irrite. A mi al menos, aquel polvo de la devastación hizo que se me humedecieran los ojos, será que tengo sensible la conjuntiva…

sábado, 17 de mayo de 2008

Día das Letras

El 17 de mayo de 1863 Rosalía de Castro dedicó su libro Cantares Gallegos, publicado ese año, a Fernán Caballero. Casi cien años después de esa edición, que supuso el rexurdimento de las letras y la cultura gallegas, los académicos Manuel Gómez Román, Xesús Ferro Couselo y Francisco Fernández del Riego decidieron conmemorar el centenario de la publicación y propusieron en el plenario de la Real Academia Galega institucionalizar el 17 de mayo como Día das Letras Galegas. Ese año el galardón se dedicó a la figura singularísima de Rosalía de Castro.
Cuarenta y cinco años después, es el escritor tudense José María Álvarez Blázquez el distinguido por su contribución a la literatura en lengua gallega.

viernes, 16 de mayo de 2008

El vano ayer o la memoria recobrada

El vano ayer. Isaac Rosa
Editorial Seix-Barral. 2004.


Decía Mallarmé («Magie», Ouvres, Paris 1945) que sólo dos vías están abiertas a la investigación mental: la estética y también la economía política. Sin duda, El vano ayer viene a confirmar esta tendencia bifronte. Por encima de cualquier otro elemento estilístico (del que daremos cuenta más tarde) o argumental, esta obra bucea de manera, a mi juicio, soberbia en esa doble ladera que apuntaba el poeta simbolista francés. De un lado la estética, que arma un discurso narrativo riguroso, bello, atravesado por distintos planos del lenguaje que contribuyen, de manera perfecta, al objetivo de la novela. Por otro, la economía política, entendida como la huella sociológica donde se inscribe el argumento de la narración. Si la historia intenta reconstruir las vicisitudes y desapariciones de dos personajes, el profesor universitario Julio Denis y el estudiante-militante comunista André Sánchez; lo hace a la manera de un gran mural donde interaccionan, se dispersan y confluyen voces anónimas procedentes de la sociedad tardofranquista. Ahora bien, no estamos ante una obra costumbrista, más o menos afinada en su contextualización histórica, se trata más bien de un replanteamiento de la cuestión. Pasados más de treinta años desde la llegada de la democracia, nos encontramos (o deberíamos hacerlo) fuera ya de excusas desresponsabilizadoras, homenajes a la transición, y/o “descargos de conciencia” más o menos emboscados. El vano ayer pone el dedo en la llaga y a través de su andamiaje literario, devuelve al pulso de la acción y reflexión civil las implicaciones morales, éticas, económicas, jurídicas y políticas que supuso el franquismo. No estamos ante una obra bienintencionada, sino ante un poderoso ejercicio de retrospección que dialoga con el presente y desdeña los paños calientes que sabieron administrar las fuerzas políticas y económicas de la época. Quien espere un relato tranquilizador se ha equivocado. Quien, por el contrario, necesite desenmascarar ese periodo reciente de nuestra historia para comprender el alcance del silencio al que nos obligó la Transición, ha llegado al puerto adecuado. Y acabo ya. Decía que dejaba para el final el elemento estilístico. Pues bien, otro de los aciertos del libro es la sabiduría arquitectónica. Si nuestros tiempos son épocas de fragmentación, qué mejor que una obra en marcha para dar cuenta de esa realidad difusa, una novela que se va hilando a medida que avanza, con la participación activa del lector, restituyendo en la reciente narrativa española una suerte de anhelo vanguardista a la manera de Cortázar. Lo expresa mejor el propio autor: Quizás, más probable, estamos ante una confesión de invalidez, el recurso reconstructivo de quien no sabe, no puede o no quiere construir, y que al final, en la última página, comprueba entre lamentos que no hay otro modo, que siempre se acaba construyendo algo. Sólo me queda decirles una cosa: disfruten la novela.

lunes, 12 de mayo de 2008

Encuentro digital

El escritor y periodista Javier Reverte estará el miércoles en un encuentro digital de El Mundo para hablar de su última novela, Venga
a nosotros tu reino
.

Las preguntas al escritor pueden
formularse
aquí.

domingo, 11 de mayo de 2008

El mejor Booker


El premio Booker, el más prestigioso del Reino Unido, cumple cuarenta años y para celebrarlo sus organizadores han decidido distinguir el mejor libro de los galardonados hasta ahora.
Los finalistas seleccionados por el jurado son, por este orden:

-Hijos de la medianoche, de Salman Rushdie (premiado en 1981);
-The Ghost Road, de Pat Barker (1995);
-Oscar y Lucinda, de Peter Carey (1988);
-Desgracia, de J.M. Coetzee (1999);
-El conservador, de Nadine Gordimer (1974);
-y El sitio de Krishnapur, de J.G. Farrell (1973)
Con motivo del 25º aniversario de los Booker ya se hizo una votación y ganó el de Rushdie, que narra las vicisitudes de toda una generación de la India durante la independencia del país.
El ganador de los ganadores del Booker, que se entregó por primera vez el 22 de abril de 1969, se conocerá el 10 de julio durante el Festival de Literatura de Londres. Para votar, los lectores pueden hacerlo a través de la página web del certamen y por sms.


sábado, 10 de mayo de 2008

La casa natal de Galdós


La casa de la calle Cano, en las Palmas de Gran Canaria, donde nació hace 165 años Benito Pérez Galdós, se ha convertido hoy en casa-museo. El edificio, en el que el escritor vivió hasta que a los 19 años se trasladó a Madrid, alberga muebles, obras de arte, fotografías, objetos decorativos, instrumentos musicales... y puede visitarse aquí.
La página web del centro museístico, que depende del Cabildo de Gran Canaria, reúne numeroso material sobre el escritor y sobre las actividades y proyectos literarios referidos a su obra.

viernes, 9 de mayo de 2008

Para buscar

A través de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes he encontrado una web sobre novedades literarias que quizá os interese. Se ha puesto en marcha en colaboración con varias decenas de editoriales y dispone de un amplio catálogo en el que se puede acceder a un fragmento digitalizado de cada obra que puede servir para orientar al lector acerca de su contenido.
La página se llama Primera Vista y puede consultarse aquí.


martes, 6 de mayo de 2008

Humor absurdo en la Palestina del año 0

El asombroso viaje de Pomponio Flato (2008)
Eduardo MENDOZA


Escribir una novela de humor debe ser uno de las tareas más complicadas del trabajo de escritor. Suena a tópico, desde luego, pero pensemos en cada uno de nosotros cuando cuenta un chiste: nos enfrentamos al reto de hacer reír y muchas veces fracasamos.

Eduardo Mendoza es un novelista que se ha destacado por diferenciar dos líneas muy claras: serias y cómicas. No hay mezclas. En ambos casos, demuestra que ha trabajado mucho la documentación y el estilo para mantener la intensidad del relato.

El caso que hoy nos ocupa es un ejemplo de esas novelas de humor de Mendoza. No llega a la astracanada de "Sin noticias de Gurb", pero supera a "El misterio de la cripta embrujada" y sus sucesoras.

Hay comienzos novelísticos que han pasado a la historia: "En un lugar de La Mancha...", "Yo, señor, soy de Segovia", o más recientemente aquel de "No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente". Yo añadiría a esta lista el principio de Pomponio: "Que los dioses te guarden, Fabio, de esta plaga, pues de todas las formas de purificar el cuerpo que el hado nos envían, la diarrea es la más pertinaz y diligente".

Con este inicio, Mendoza hace parodia del estilo epistolar clásico, que Yourcenar nos acercó en "Memorias de Adriano". Pero lo mejor está por venir: Mendoza juega con el relato evangélico, pone en tela de juicio principios cristianos, los mezcla con situaciones absurdas y muestra el lado humano de una persona que tiene su toque de fantoche.

Pomponio se encontrará con un carpintero de Nazaret, llamado José, y entablará amistad con su hijo Jesús. La parodia alcanza verdaderas cumbres con el dominio del lenguaje, que juega con la pomposidad atribuida a los clásicos y rompe esa seriedad del discurso con rupturas modernas.

El caso detectivesco planteado es el fondo para presentar una parodia que nos hace poner a unos actores conocidos en una situación ininmaginada. Quizá, como me decía una vez un amigo, lo bueno de la historias es buscar las interpretaciones y variaciones. Del Evangelio se sabe la historia, pero ¿y si jugamos un poco con los personajes?

Mendoza juega y divierte al lector. Pero no veais sólo un entretenimiento de autor, es una novela de gran enjundia narrativa y estilística. Nihil obstat.

lunes, 5 de mayo de 2008

Nocilla Dream o el movimiento transversal

Nocilla Dream
Agustín Fernández Mallo
Candaya, 2006

Se ha escrito mucho ya sobre esta novela y resulta un tanto impúdico e, incluso, trasnochado volver a hablar de ella cuando acaba de presentarse al público su segunda entrega “Nocilla Experience” en Alfaguara. Sin embargo la reiteración tiene, al menos, una virtud; igual que las diferentes capas geológicas se comportan de manera similar a lo largo del planeta, la superposición de críticas y reseñas viene a sedimentar un estado de la cuestión que se pluraliza y diversifica en cada nueva entrega. De este modo, como si de un mapa geológico se tratara, es posible encontrar en puntos aparentemente próximos los unos de los otros fenómenos minerales enormemente distintos. Intentaré que esta brevísima reseña cumpla esa función.
Un vistazo rápido a la novela nos revela que nos encontramos, tal y como brillantemente expone Juan Bonilla en su prólogo, ante un texto rizomático, es decir, lateral e intermedio. ¿Que qué es un rizoma? Pues lean el prólogo, la novela y a Deleuze y saldrán de dudas. Lo importante aquí es apuntar que “Nocilla Dream” juega con la idea de transversalidad, y es ahí donde quiero detenerme. ¿Por qué sigo considerando, después de casi año y medio y de un reconocimiento unánime de la crítica, que “Nocilla Dream” debe leerse? Porque constituye, a mi juicio, uno de los mejores intentos en la reciente novelística española por apresar eso que llaman la “desconcentración”. Si es verdad que nos encontramos, definitivamente, ante un mundo entrópico, desprovisto de grandes relatos, sujeto a la precariedad y atravesado por infinitas fragmentaciones, entonces esta novela supone un esfuerzo serio y riguroso por captar dicho proceso. Si es verdad que, como señalaba Jameson, la posmodernidad es la «desaparición de algunos límites o separaciones clave, sobre todo la erosión de la antigua distinción entre la cultura superior y la así llamada cultura de masas o popular», entonces “Nocilla Dream” vuelve a ser una vez más una de las novelas recientes que mejor han sabido armar esta relación. Por todo ello sigue mereciendo la pena leerla, adentrarse en su universo particular y caótico. Otra cosa es que ninguna de las afirmaciones anteriores sean ciertas. Otra cosa es que la “desconcentración” no sea tan real sino una nueva ficción, un nuevo rizoma inacabado que se proyecta hacia el infinito sin solución de continuidad… Incluso en ese caso, esta novela seguiría siendo un espléndido retrato de esa mecánica sin fin. El argumento es sencillo: Nevada, una carretera —la US50—, un árbol del que cuelgan extrañamente miles de pares de zapatos y un sinfín de personajes e historias que se entrecruzan y dispersan a ritmo vertiginoso. Nada más, y nada menos.