Eduardo MENDOZA
El escritor barcelonés Eduardo Mendoza estuvo recientemente en Alemania para presentar la versión alemana de su novela "Mauricio o las elecciones primarias". Mendoza concedió una entrevista a un medio de comunicación español, de la que se publicó un extracto. El texto aquí publicado corresponde a la parte que se tuvo que desechar. En esta primera parte, Mendoza habla de algunos rasgos de su narrativa y de sus textos teatrales.
P: En su novelística, el componente humorístico es uno de los elementos más utilizados, ¿por qué se inclinó por él?
R: Yo no me incliné por el elemento humorístico, no creo que uno decida ser serio o cómico o lírico, sino que uno es como es, y cuando se pone a escribir, se pone a escribir con su propia personalidad. Uno refleja su personalidad y la mía es así.
Por otra parte, desde hace un tiempo considerable el elemento humorístico es imprescindible en la narración, hay muy poca a partir de un momento del siglo XX en que el humor no esté muy presente.
P: ¿Es el humor hoy una necesidad en las novelas?
R: En la narración, no sé si es una necesidad, pero desde luego es uno de los elementos del lenguaje que está presente desde Joyce, Kafka, Beckett o Thomas Bernhard. Son gente que utiliza el humor como elemento propio de la novela, quizá porque la novela prescindió durante mucho tiempo del humor. La novela del siglo XIX es una novela sin humor, no está concebida desde el humor.
P: Barcelona y los personajes marginales o que tienen contacto con algo marginal que les condiciona son otros rasgos de su narrativa. ¿Qué le llevó a marcar estos rasgos?
R: Desde el principio, un tema que me interesa mucho es la evolución de las ciudades como entes autónomos. Todo el mundo está convertido en ciudades, casi no queda campo, a diferencia de otras épocas.
Esto hace que la ciudad se convierta en algo muy importante y, al mismo tiempo, el ciudadano es un poco alguien marginal que llega a la ciudad y ha de conquistarla. No ha de conquistar su puesto de trabajo, su lugar en el mundo, sus relaciones personales, sino que ha de conquistar, de alguna manera, la ciudad. En estos momentos, el desarraigo es más frecuente que el arraigo.
P: ¿Refleja usted este desarraigo urbanita en sus personajes?
R: La condición humana, en estos momentos, es ser urbanita y desarraigado. Seguramente, antes era ser de pueblo y con hondas raíces que se hunden en el pasado, pero ahora es lo contrario.
P: Dentro de su obra hay una parte menos conocida, el teatro, que lo escribe en catalán. ¿Por qué utiliza el catalán en el teatro?
R: Yo no me incliné por el elemento humorístico, no creo que uno decida ser serio o cómico o lírico, sino que uno es como es, y cuando se pone a escribir, se pone a escribir con su propia personalidad. Uno refleja su personalidad y la mía es así.
Por otra parte, desde hace un tiempo considerable el elemento humorístico es imprescindible en la narración, hay muy poca a partir de un momento del siglo XX en que el humor no esté muy presente.
P: ¿Es el humor hoy una necesidad en las novelas?
R: En la narración, no sé si es una necesidad, pero desde luego es uno de los elementos del lenguaje que está presente desde Joyce, Kafka, Beckett o Thomas Bernhard. Son gente que utiliza el humor como elemento propio de la novela, quizá porque la novela prescindió durante mucho tiempo del humor. La novela del siglo XIX es una novela sin humor, no está concebida desde el humor.
P: Barcelona y los personajes marginales o que tienen contacto con algo marginal que les condiciona son otros rasgos de su narrativa. ¿Qué le llevó a marcar estos rasgos?
R: Desde el principio, un tema que me interesa mucho es la evolución de las ciudades como entes autónomos. Todo el mundo está convertido en ciudades, casi no queda campo, a diferencia de otras épocas.
Esto hace que la ciudad se convierta en algo muy importante y, al mismo tiempo, el ciudadano es un poco alguien marginal que llega a la ciudad y ha de conquistarla. No ha de conquistar su puesto de trabajo, su lugar en el mundo, sus relaciones personales, sino que ha de conquistar, de alguna manera, la ciudad. En estos momentos, el desarraigo es más frecuente que el arraigo.
P: ¿Refleja usted este desarraigo urbanita en sus personajes?
R: La condición humana, en estos momentos, es ser urbanita y desarraigado. Seguramente, antes era ser de pueblo y con hondas raíces que se hunden en el pasado, pero ahora es lo contrario.
P: Dentro de su obra hay una parte menos conocida, el teatro, que lo escribe en catalán. ¿Por qué utiliza el catalán en el teatro?
R: Yo había escrito teatro muy al principio, pero nunca me había planteado escribir teatro para ser representado. Cuando me propusieron escribir teatro, vino de una actriz catalana que me pidió una obra y me animé. La escribí y, como era para el teatro catalán, pues lo hice en catalán, que también es una de mis lenguas literarias. Tengo varias cosas escritas, pero siempre me he negado a que se publicaran. A lo sumo, si algún día a alguien le parece interesante, pueden publicar un volumen con mis obras de teatro, pero publicar el teatro no vende, es una ruina. “Restauració” se publicó y se vendieron 150 ejemplares. La gente no compra teatro.
1 comentario:
Interesante entrevista, sí, pero yo, quizá por deformación profesional, echo de menos una cosa: el titular.
Es sólo una idea.
Un saludo.
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