domingo, 18 de mayo de 2008

Devastación

Chesil Beach. Ian McEwan (Anagrama, 2008)


No soy muy dado a comentar libros basándome en su carga emocional, creo que su apreciación puede ser aún más subjetiva de lo que por si ya resulta el comentar una obra de ficción. Ha pasado un tiempo desde que acabé esta novela de Ian McEwan, autor del que solo había leído anteriormente Amsterdam (de la que guardo un agradable aunque muy difuso recuerdo) y aun no puedo desligar el placer literario que me produjo del amargo y doloroso trueno que provocó en mi interior. Así que mando a paseo los consejos de mantener la cabeza fría y me lanzo sin vergüenza a recomendar esta breve e intensa novela con el ardor de un ingenuo novato.

No obstante he de hacer una aclaración. No suele ser habitual, pero leí Chesil Beach en ingles. De vez en cuando leo en su idioma original algún ensayo pero meterse con una novela es harina de otro costal. No obstante la he releído en su bien trabajada traducción al castellano y no ha variado un ápice mi opinión sobre la misma. Pues bien, todo esto viene al caso de que cuando recibí On Chesil Beach una de las cosas que más me sorprendieron era la frase 'promocional' que aparecía en la cubierta, al parecer extraída del suplemento dominical del diario The Independent. 'Wonderful... Exquisite... Devastating', rezaba la misteriosa línea. Una vez acabada la lectura no puedo estar más de acuerdo con el autor de ese haiku critico, ese slogan minimal.

Protagonizan la obra de McEwan una pareja de recién casados en un día de verano de 1962. Dos jóvenes, juiciosos y maduros, bien educados, que acaban de llegar a un hotel de la costa británica en su noche de bodas. El autor describe con puntilloso detalle cada instante de esa primera intimidad matrimonial desplegando una cualidad casi decimonónica en su análisis de los miedos e inseguridades de la joven pareja. Los capítulos de meticuloso acercamiento carnal se van alternando con miradas al pasado de los protagonistas. En éstos, McEwan va describiendo la inevitabilidad de un destino caprichoso que empareja a dos personas azarosamente y que, por lo tanto, tiene el mismo poder de unir como de separar tan solo ayudándose de un instante afortunado o cruel.

Con un estilo elegante, incisivo, punzante en ocasiones en lo que a las observaciones intimas se refiere, el escritor va construyendo lo que en principio puede parecer una placentera lección de amor y amistad y acaba siendo un drama, no por dilatado, inevitable. Y es que hay un germen anidando en esa relación, un tumor que, desgraciadamente, marcará las horas inmediatas a la boda. La novela parece avanzar hacia un huracán de reprimendas y acaba en un pozo de hermosa desesperanza y bella amargura. En sus páginas finales se plantea una última mirada hacia el futuro de los protagonistas que no hace sino acentuar la sensación que ya nos advertía la frase promocional, devastación. Una devastación íntima, una voladura controlada de los sentimientos. Y sobre la nube levantada por esa milimetrada explosión, surge el polvo, ese polvo enamorado de Quevedo, que parece que se nos meta en los ojos y nos los irrite. A mi al menos, aquel polvo de la devastación hizo que se me humedecieran los ojos, será que tengo sensible la conjuntiva…

2 comentarios:

Ernesto García López dijo...

Felicidades Ismael por tu estreno en Pájaros de Papel. Me ha gustado mucho la reseña. Yo también leí Amsterdam y la novela me pareció estupenda. Hay una cosa de McEwan que me admira. Bajo el paraguas de la cotidianeidad es capaz de generar una tensión filosófica y emocional enorme, de tal modo que las historias te atrapan. Tomaré nota de esta novela para futuribles compras.

Anónimo dijo...

Bienvenido a Pájaros de Papel. En tu estreno no has dejado una interesante reseña sobre un libro muy actual de un autor realmente potente en el panorama narrativo mundial. Se nota que la has escrito con pasión lectora.