lunes, 29 de octubre de 2007

Memoria del Horror en el Infierno

Si esto es un hombre (1948)
Primo Levi

"Escribo lo que no sabría decir a nadie"; pero todo el mundo debería conocer [me permito añadir yo]. Así se expresa Primo Levi en este libro que abre la trilogía dedicada a los campos de exterminio. Su testimonio nos transporta a Auschwitz (Polonia) en 1944, tiempo durante el cual pasó a convertirse en menos que un joven miliciano italiano, y judío, de 24 años; menos aún que un ser humano. En esos 12 meses de tortura y trabajos forzados Primo Levi fue bautizado con el número 174517, siempre tatuado en el brazo a modo de recordatorio.

Es éste un viaje al horror del hambre, el frío y la supervivencia. La atmósfera claustrofóbica lo domina todo creando un submundo, un ghetto multicultural en el que sobrevivir depende de la capacidad de adaptación y sobre todo de la suerte de cada individuo. No hay reglas, sólo la del más fuerte, no hay un idioma común y la inexperiencia y debilidad cuestan la vida, acaso la única salida rodeados de horror.

Los personajes se diluyen en la realidad del “lager” (campo) que los engulle, por eso su recuerdo se convierte en el único vestigio de su sufrimiento final. De la misma forma pasan por este libro de memorias: no hace falta saber cuándo, cómo ni por qué llegan, tampoco cuál será su destino. Su estigma y final son fácilmente imaginables.

Escrita con la memoria reciente, con el recuerdo que busca una pretendida objetividad bajo la que late un rencor contenido hacia el nazismo. Este primer tomo de memorias (le siguen más tardíamente La tregua [1963] y Los hundidos y los salvados [1986]) comienza algo disperso y titubeante, con cierta discontinuidad inicial, reflejo de la confusión de los primeros días. A medida que pasan las semanas de reclusión consigue captar la animalizada micro–sociedad creada en el “lager”, despiadada con el débil e inadaptado, en la que aún brillan momentos de amistad, lirismo y nostalgia por la vida que dejaron fuera… y que sólo el 5% de los allí encerrados recuperarían, de seguro nadie lo logró jamás totalmente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tenías que haber dicho que este hombre se suicidó, porque no podía soportar que se olvidara el Holocausto del debate político. A mí esta cuestión me sigue abriendo preguntas: ¿es el Holocausto judío el único? ¿el único importante? Nos olvidamos de los armenios masacrados por los turcos, los bosnios por los serbios y croatas, los indios por los estadounidenses, los indios por los españoles, los negros esclavizados por todo el mundo... Supongo que podríamos seguir.
Abrazos desde Fráncfort
Óscar