Ayer no te vi en Babilonia
António LOBO ANTUNES
No son ojos sino oídos los que hay que acercar a este libro. Y hay que estar preparada para escuchar cualquier cosa. Lobo Antunes hace hablar en esta novela a ocho personajes apenas definidos, pero a ellos une decenas de gargantas que van salpicando con frases que parecen letanías los monólogos interiores que constituyen la obra. Quien se atreva a escuchar, oirá incluso al propio autor cuando susurra: “chamo-me António Lobo Antunes, nasci en São Sebastião da Pedreira e ando a escrever um livro”. Y, si eso vale, vale cualquier cosa.
Como si se hubiese acercado a los muros de las casas por las noches para escuchar, el autor reúne durante una madrugada de duermevela las voces sin nostalgia, sin futuro y sin esperanza de un ex policía torturador, de la mujer con la que está casado, quien conserva la cuna del hijo que nunca tuvo, y de la mujer que lo “espera en Lisboa”, cuya única hija se suicidó a los quince años. A medida que pasan las horas, desde la medianoche hasta las cinco de la mañana, a estas tres voces se van uniendo otras que con sus propios recuerdos, sueños y desvelos van dando sentido a los retazos de vida y de historias que Lobo Antunes no hace más que sugerir. El resultado es un libro desconcertante, desesperanzado y tremendamente vivo, a pesar de que quien en verdad reina en sus páginas es la muerte, que nos sitúa en una vigilia cruel donde el pasado doloroso se impone, aunque alguno se empeñe en no recordar o en inventarse una vida nueva.
El libro descoloca, remueve y, por si alguien lo dudaba, permanece como un eco en los oídos. “E agora, pergunto, o que será de mim quando acabado este capítulo deixarem para sempre de me ouvir, quem se lembrará do que fui / Y ahora, pregunto, qué será de mí cuando acabado este capítulo dejen para siempre de escucharme, quién se acordará de lo que fui”, pregunta una voz. Se acordarán todos los que te han escuchado, seguro.
António LOBO ANTUNES
No son ojos sino oídos los que hay que acercar a este libro. Y hay que estar preparada para escuchar cualquier cosa. Lobo Antunes hace hablar en esta novela a ocho personajes apenas definidos, pero a ellos une decenas de gargantas que van salpicando con frases que parecen letanías los monólogos interiores que constituyen la obra. Quien se atreva a escuchar, oirá incluso al propio autor cuando susurra: “chamo-me António Lobo Antunes, nasci en São Sebastião da Pedreira e ando a escrever um livro”. Y, si eso vale, vale cualquier cosa.
Como si se hubiese acercado a los muros de las casas por las noches para escuchar, el autor reúne durante una madrugada de duermevela las voces sin nostalgia, sin futuro y sin esperanza de un ex policía torturador, de la mujer con la que está casado, quien conserva la cuna del hijo que nunca tuvo, y de la mujer que lo “espera en Lisboa”, cuya única hija se suicidó a los quince años. A medida que pasan las horas, desde la medianoche hasta las cinco de la mañana, a estas tres voces se van uniendo otras que con sus propios recuerdos, sueños y desvelos van dando sentido a los retazos de vida y de historias que Lobo Antunes no hace más que sugerir. El resultado es un libro desconcertante, desesperanzado y tremendamente vivo, a pesar de que quien en verdad reina en sus páginas es la muerte, que nos sitúa en una vigilia cruel donde el pasado doloroso se impone, aunque alguno se empeñe en no recordar o en inventarse una vida nueva.
El libro descoloca, remueve y, por si alguien lo dudaba, permanece como un eco en los oídos. “E agora, pergunto, o que será de mim quando acabado este capítulo deixarem para sempre de me ouvir, quem se lembrará do que fui / Y ahora, pregunto, qué será de mí cuando acabado este capítulo dejen para siempre de escucharme, quién se acordará de lo que fui”, pregunta una voz. Se acordarán todos los que te han escuchado, seguro.
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