Deszö Kosztolanyi
Alondra es una muchacha ya con 30 años poco agraciada físicamente y que asume su soltería como un estado cuasi-permanente. Sus ancianos padres llevan una existencia gris, alejada de la intensa vida social que tienen sus vecinos. Evitan cualquier exceso y sobreprotegen a su hija, aunque no puedan reprimir cierta lástima por su situación. De ser su esperanza también ha pasado a ser su condena. Algo cambiará en sus vidas (apenas por una semana) cuando Alondra visita a sus tíos en el campo.
Por su parte, Sárszeg es una ciudad de provincias de tamaño medio a la que conoceremos a través de sus calles, habitantes y comercios. La burguesía conservadora y el provincianismo de los que hace gala inmediatamente la convierten en un activo personaje del relato. Sárszeg seduce, estigmatiza y aprisiona a todos los que viven (¿mueren?) y pasean por sus calles.
El tiempo del relato (año 1899) no parece elegido al azar y es un componente más de la engrasada maquinaria simbólica de la novela. Consigue así reflejar la transición de la sociedad decimonónica al siglo XX, que lleva al ser humano a la confusión, al alienamiento y angustia silenciosa respecto al entorno y a su propia existencia.
Kosztolányi hace gala de un estilo limpio, depurado y agudo; que parece adecuado al argumento. Se ocupa de cuestiones cotidianas aparentemente irrelevantes y triviales que sin embargo reflejan la demoledora historia de la gris y fría existencia de una familia sin posibilidad de evasión definitiva, ni física ni psicológica. Así pues el nido familiar y social se convierte en una cárcel para todos, incluso para Alondra que como ave migratoria trata de buscar otro espacio pero siempre regresará a la protección y prisión de su desesperanzada existencia, a la inerte calma del vacío cotidiano.
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